miércoles, 8 de octubre de 2008

Dicesé de Prangano.

Por: prangano abril 08


Estando en onda con la radiodifusora Estereo Joven, 105.7 de F.M., es que todos los días antes de irme a la escuela, me veía inducido a hacer uso de tan fabulosa sintonía, en esas mañanas de mi adolescencia en esta amargosa, pero deliciosa, Ciudad de México.

Lunes en la mañana, por ahí del mediodía, en aquella recóndita unidad habitacional en la que solía habitar y en la que también, me daba gusto sintonizando la estación de mi preferencia. Después de una larga rutina de ejercicio, en las que las cascaritas de basket o de fucho, se hacían vitales para el fortalecimiento de mi autoestima.

Prendo la radio y una vez sintonizada Estereo Joven, le subo a todo lo que da, y por lo regular a esas horas, se solían escuchar las interpretaciones de la banda de rock urbano que más me ha influenciado. Haragán y compañía, anuncia la locutora, es el momento idóneo para meterme a darme un regaderazo, y así, desnudo y a ritmo haraganezco sale a relucir lo mejor de mi voz, que a gritos desafinados cantó el que para ese entonces sería mi himno: “… toda la vida he sido un haragán, toda la vida he sido un pelafustán…”.

Y es así que a partir de ese día los cuates de la unidad me bautizaron bajo el mote de: haragán.

Martes y la misma rutina, Estereo Joven, y yo en mi desnudes, el agua fresca cayendo sobre mi cuerpo y el alarido rocanrolero con las canciones del haragán. Salgo de mi hogar y el mismo llamado de la raza: “¡Ese haragán!”.

Miércoles, la misma cantaleta, el bañarme e irme a la escuela. “Ese haragán, toda la vida he sido un haragán”.

Jueves y mi paciencia empieza a cansarse, mis amigos continúan en su afanoso ímpetu de hacerme pesada la partida a la escuela. “¡Haragán!. ¿Qué, cuando subes de categoría y dejas de ser haragán?”.

Viernes he inicio mi peregrinar mañanero en mi status quo de escuchar Estereo Joven, la que para ese entonces ya era mi estación predilecta, sin embargo el bañarme escuchando las canciones del Haragán y su compañía, entonarlas, deleitarme en esos momentos del baño, era algo espectacular, pero cuando guardaba silencio, desde afuera se oían las voces de los cuates: “¡Haragán, canta, oras!. ¿Qué esperas?”. En esos momentos mi limite se termino…

Al salir rumbo a la escuela les comento de manera atenta (a grito pelado) que desde entonces no sería más haragán, que lo mió era ser prangano, que haragán ya había uno. La carcajada generalizada no se hizo esperar para darle paso a un nuevo apodo en mi existencia.

Prangano, señoras y señores, nació así, sin muchos tapujos y sin muchas pretensiones, más que las de ser un fanático del haragán, y por obvias razones de Estereo Joven, la estación que me marco y me hizo descubrir en mi vida a esa gran banda.

miércoles, 6 de agosto de 2008

EL MICRO - RADIO

Por: Prangano abril 08

Se me hacía tarde para salir del cantón, ya había pasado más de media hora desde que el gallo giro, de mi despertador, abruptamente había tenido la gracia de hacerme abrir los ojos, sin embargo, ahora sí, me cagaba por dentro, pues en la chamba estaba más que sentenciado por mi patrón, de que un retardo más y me mandaba a volar, al cabo había cola pa’ la chamba.

Bajo advertencia, asumí que tenía que moverle pa’ llegar a tiempo.
Ocho y cuarto, el micro que tomo y que es el que me lleva hasta el trabajo, no pasaba.
A lo lejos se veía como se asomaba su trompa, y a paso más que lento, se aproximaba a donde me encontraba. Ya harto ansioso por irme, lo abordo.
-Cóbrese uno a la Escuadrón.
Tomo asiento y saco un libro que ayude a tranquilizar mis nervios, pero ni maíz palomero, estaba que sudaba frío y en mi interior una voz decía una y otra vez: “Pinche microbusero, échale pata, que no llego”.

Cierro el libro y el chof, enciende su radio, para que lentamente a un ritmo parsimonioso, las ansias, los nervios y hasta la voz de mi interior, fueran perdiendo fuerza y así, darle paso a la felicidad.
Con un ¡pipipipí!, grito más que conocido de un grupo de salsas, es como mis sentidos adquieren validez, mi semblante se armoniza en mi cuerpo, un cosquilleo me recorre la piel, para que le de mi más sentido pésame a esos ratos de angustia, a esos momentos de dolorosa presión, de sentirme agobiado por el tiempo.

Me sereno en mi morenez y a raja tabla me dispongo a disfrutar de las rolas.
Pasan los minutos, el chof ya en su patín, solo esta cobrando y dando cambio a los usuarios de esta unidad, que al ser la causante de mi paz, hasta bonita la veo, pos es de notar que entre el subir y bajar de pasajeros, se puede aún percibir, que de perdis le dieron un trapeadorzazo al piso, que hicieron grandes intentos porque la visibilidad a través de los cristales sea un leve nítida, en pocas palabras, se rifaron pa’ que la gente estemos aunque sea algo cómodos. ¡Oras!, lo que hace una buena salsa en la radio, que hasta guapetón vi al chofer. “Me oí medio mariquita”.

Dice mi voz interna.
-Ja, ja, ja. Suelto la carcajada. Se me hacía de lo más normal que hiciera base en cada esquina, que suba pasajeros a donde se le antoje y que los baje, también donde se le antoje. Eso a mi ya no me importaba, ya que estaba hipnotizado por las notas musicales que la radio expresaba en todo su esplendor. En eso, el chof hace una maniobra y mueve la estación, ahora nos deleitaría la radio con unas rolitas de José José, del buen Pepe Pepe, que al compás de “gavilán o paloma”, más de uno la entonamos o de perdis uno que otro siquiera hacía un movimiento con los labios para simular su buen gusto musical.

Y así pasaron los minutos y las calles quedaban atrás, las salsas igual, y las baladas cursi-románticas se oían, pos era lo que prendía en la micro. Sin darme tinta del tiempo y de nada, llegamos a la Escuadrón, y pos ya me tocaba descender de tan placentero viaje.

Con unas leves lagrimas escurriendo por mis mejillas, le digo adiós al micro desde mi voz interior: “Chau manito”.

A paso lento, camino por la acera y a dos cuadras de la chamba un dejo de nostalgia desde lo más profundo de mi ser, me hace reflexionar y hallarme en mi stress cotidiano, apresuro el paso, sin embargo, ya era tardísimo. Toco el timbre de la chamba y a través de una rendijita observo como con jeta de pocos amigos, mi patrón se aproxima, abre la puerta y sencillamente me dice:
-¡Bonitas horas de llegar!, ¡Te lo advertí!
Azota la puerta y se aleja.

Me quedo ahí con mi cara de: “Ah no mames”.
Tiempo después mi desquite llegaría, bajándome del micro que pa’ variar traía muy buenas rolas provenientes de la radio, es como llego a mi ex-chamba y con aerosol en la mano, escribo en el portón: “Vivan las salsas. Pipipipí”.

POEMAS AL LIBRE ALBEDRIO ENTREGA PRIMERA


ESTE ES SIN TITULO (ponle el nombre ke gustes)

Por: Prangano


Ya no entiendo que demonios es lo que sucede, si una vez Tintan vino a mi y me dijo: calabacitas tiernas, que bonitas piernas. Me distraje y deduje que se refería a tu presencia, a ese deambular tan suave que es el tuyo, pues yo camino como gallo espinado.

El juego de la lotería, de una fiesta popular en un lugar que ni sé donde esta, pues mi geografía es distraída al imaginar que Jorge Negrete cantaba a grito pelado: Que hubo, que hubo cuando?. La respuesta en fácil. Nunca. Pues te fugaste con Pedro Infante, él cual no esta muerto y muy vivo me dio vuelta con tu sonrisa y tu eterno caminar contoneado.

Para reconfortarme un segundo, sentir en mi mano el vaso lleno de un buen tequila, observo a la luna que a escondidas me dice: Para curar mí mal de amores dijeron los doctores que no había salvación. Sin salvación alguna, me enfrío en esta cantina sola y llena de obscenidades.

Ya ebrio con ese hilillo de baba que me escurre por el hocico, de nuez escucho a Tintan y su carnal Marcelo que no logran ponerse de acuerdo para deleitarnos. Pero tu ausencia ya era muy grande, ni con un alarido de Luis Aguilar antes de arder en llamas por que perdió a su amigo en que te ha dado esa mujer. Es igual mi sufrir, mi llanto es para consolar a mi estupido corazón analfabeto".




POEMA BASURA

Por: Prangano


"Entre más van pasando los segundos de no verte, me imagino que la puta distancia es la causante de que aún, a pesar de los miles de reclamos, mi vida esta pegada a un recuerdo absurdo.

Me sé bastante querendón, sobre todo cuando la mendiga soledad se aparece ante mí, y sin más que decir solo me toma en su regazo llenando mi cuerpecillo de una gran hueva, que es la causante de que viva pensando en sueños chaqueteros de encuentros afortunados contigo.

La mera verdad es que no creo que tú vuelvas a tener presencia en mi vida, es más probable que llueve de abajo hacia arriba y que las aves naden y los peces vuelen, ya que sin siquiera estar con tu boquita, estoy apachurrado, con el cucharón despanzurrado, a tal grado que una esperanza se vuelve mierda si no escucho tu voz.

Cuando la mierda sale por el escurrimiento natural del corazón, es porque realmente esta uno de la chingada, pues no puede consolarse ni con un besito robado, ni con un simple: “que lindo eres”. Esas palabras llenas de egoísmo, lo único que lograran es que el abismo este a la vuelta de la esquina y que ni con mil litros de alcohol salga uno de ese aletargamiento.

Por eso si digo basura, no es por el solo hecho de que me falte un pasito por dar para caerme de hocico. No. Lo que sucede es que la basura que uno se forma en la cabeza, va en aumento y es cada vez más posible que no la pare nadie, tan solo tu con un mínimo dejo de esperanza, pero… la esperanza se cansa de no oírte decir nada, de tan solo saludar y seguir con tu rutina. Si uno es el cobarde, porque no me lo dices de frente para dar ese último brinco al fondo de mi ser".


lunes, 30 de junio de 2008

TUPIDO Y SECO!!! LA ALEGRÍA DEL KAOS II

foto, prangano
Por: prangano

Amor de cabaret.
Los días fueron pasando sin que me diera cuenta de que todo tiene relación íntima con el puto tiempo, ese cabrón que tan solo nos dice al oído que no lo molestemos que lo dejemos fumar su pipa de la paz en total tranquilidad.

¿Cómo iba yo a imaginarme que conforme caminaba por las calles sucias y abandonadas de esta méndiga ciudad, tú ibas a estar ahí mirándome pasar? La respuesta a esta pregunta vino cuando el sol se introdujo por una pequeña rendija que había en la habitación contigua a la mía. A la de este jodido hotel de paso.

Sobre Tlalpan es común el ir y venir de las suaves brisas que con su aroma a sexo recién vertido en las sabanas, deja muy claramente respirar aún los cálidos fluidos de la entre pierna de una linda damisela.

Después de vestirme, dejo sobre el buró una nota que con pocas palabras hace mención a que el diablo vino por mí, me llevó a los labios carnosos de otra joven aventura, que con canas en el vello púbico, me excita lo suficiente como para solo dejar esta estúpida nota, que en pocas palabras tan solo dice que lo nuestro valió verga.

Con el pene estimulado tanto como el vil garrote de la santa inquisición, abordo el metro de la ciudad con rumbo definido, con una sola meta en mi fijación de macho amamantado por el smog; el humo de un cigarro me recuerda que he llegado a mi fortuito destino, pues sin saber a ciencia cierta que demonios es lo que me espera de esta hembra, me digna el imaginar estar dentro de su vulva, acariciarla, ser portador de un virus que la pueda dañar tanto que al momento de llorar, tan solo recuerde que este miembro es el mió, y que ya no habrá otra oportunidad de recibir a nadie más que no sea este infeliz desgraciado, que en una sola venida sepa que llegue para quedarme, por tiempo indefinido, para darle el mayor placer que jamás haya siquiera pensado en sus más bizarros sueños.

La vida siguió su nefasto curso, enamorados y flechados quedamos, entrelazados como mancha de arte abstracto; como el último pincelazo que diera Dalí a uno de esos mamotretos que hoy reconocen como artísticos. Mis dibujos pornográficos son mejor cuando bebo la sangre del mes presente de mí amada, cuando hago siluetas en el lienzo del aire y de un sorbo, me ahogo en la orina de un perro callejero que me ladra al oído que Dios esta haciendo mierda en el nuevo testamento, como para recordarme que la mejor iglesia esta en el pecho de cada individuo, que el espíritu es la tierra que palpita en cada chingadazo que le hacemos llegar. Me sigo manoseando a la que en turno ocupa un lugar en mi aletargado corazón.

La belleza resalta por todos los poros de esta tierna aberración, en la que lo más fácil de identificar son los muslos que acaricio, como tela de seda fina, de esa que cuesta un huevo comprar, así, con clase, de calidad que explícitamente me transforma en aquella sombra que una vez fui, la que siendo amante de los fantasmas más macabros, me llenaban de la gran sabiduría que ahora poseo.

Me despoje de mis vestimentas, me atragante de tanta atrocidad que me rodeaba en ese instante, no supe que decirle a mi diario íntimo de un bohemio; de la negra modelo, la espuma me hizo alucinar en las parrandas de adolescencia, que con dolores de estomago, eran el pasaporte directo a la chingada.


Una nueva alegría.
Ya estaba hasta la madre de seguir piense y piense en como salir de esta confusión, en la que me meto cada nuevo día en que no estas a mi lado, sigo con la misma vieja intención de ver caer las hojas secas cuando el otoño llega sin anunciarse, cuando el puto frío me deja sentir que a pesar de que ya no me besas, cualquier indicio de un arcoiris sabe a la dulce fragancia de tener sexo callejero con esa niña de mirada intrínseca. Me volví a dejar cautivar por la alegría del caos.
foto, prangano

He ido obteniendo más de lo mismo, más del sabor amargo de este licor barato, pero al arrepentirme de los brebajes extraños que se consumen solos en el vaso roto de cualquier barra de bar, me alejo de esta dinastía de ultranza, significativamente me obstruyo, me bloqueo mentalmente para tan solo ir averiguando lentamente que ya nada esta en donde lo deje, que la vieja guardia se disfraza de mediocridad y al oscurecer son las mismas personas que cuando jocosamente nos emborrachábamos para coquetear con las putas zorras de la cuadra que nos acompañaban en este pinche penar.

No sé. Tal vez sea mejor tan solo coger un lápiz y un papel en blanco para darle forma a esta simbología obtusa que da vueltas en mi cabeza. Lo hago, me detengo a fumar un cigarro esperanzador, lleno de vitalidad, de fineza pura que traspira por mi decadente forma de hacer el amor. Sigo prefiriendo el romanticismo a esa propuesta irreverente que es tu sadomasoquismo.

Tú que me abrazaste una sola vez, tú que te sonreías de la vida de perro que llevo, tú que me dejaste rozar tus enormes senos, tú que no escribes nada, tú que atormentas mis sueños de pendejo, tú que bebes y luchas para que tengas porque beber y porque luchar, tú que estas tan lejos de mi vida, tú que me invitas a bailar y bailas sola, tú que te disfrazas de intelectual para aparentar tu poca imaginación, tú que me provocas hambre, tú que lees un libro vaquero, tú que susurras esperanza, tú que barres y trapeas el polvo de un adiós, tú que cuidas a una vieja cabeza dura, tú que sigues ahí apoltronada en tu reino de cerveza, tú que me excitas al imaginarte desnuda a mi lado. Tú enajenante obstáculo de distancia infinita.

Hay que saber que probabilidad tenemos de ser lo que queremos ser, y también a quien queremos tener en nuestro lado, para apoyarnos y sujetarnos de ese alguien, para que cuando sintamos el bajón, ser capaces de levantarnos cual saetas que se elevan con el viento.

Entendiendo una vida sexual plena.
Entre culos y tetas grandes es como me gustaría morir, entregarle el equipo a unas lindas muchachas de la vida alegre, para que en una orgía de emociones encontradas, me cojan hasta que mi corazoncito espire, dé su último aliento, pida la piedad de los cielos, como cuando Jesús se desclavó de su putrefacta cruz de madera, con sus clavos oxidados y su vida hecha mierda.

Las experiencias religiosas que se pueden sentir son solo el deshecho tóxico que me impiden poder darme un poquito de cariño, de abrazarme por completo, de violarme lentamente mientras pienso en tu boca de golosa que pide siempre más, mientras en la pantalla una escena porno me distrae por el suficiente tiempo como para no saber más de mi y tan solo comer más y más de esa bolsa de papas adobadas de marca sabritas.

La música suena a todo lo que da el pestilente estero, las bocinas retumban, el escombro de los recuerdos han llenado por completo el hueco amorfo que permanece en mi pecho de hombre hediondo; los pedos son el alarido perfecto para exclamar la frescura que le da vida a esta nueva orgía.
La clandestina es la mejor manera de que una mujer entregue su apretadito culo.

No he podido darme cuenta de cómo voy a lograr atravesar esa zona erógena que con tanta santidad proteges a la cual no permites que le dé un besito mordelón, pues me argumentas que a mordidas solo la lastimare, la dejare morada y así no podrá parir la libertad. Tu fresa se marchita y se destruye para que deje un mal sabor a boca, un aliento de fresa muerta, de mierda de perro pisada por un político ladrón, que en el congreso de la unión tan solo acuerda la revancha de los aztecas, pero su origen es el español, no el mexica del cuerno de la abundancia.

“A quien le dan pan que llore”. Es una frase bastante profunda y llena de gracia, pues no es sencillo encontrar a una chica que sin mayores preocupaciones este dispuesta a soportar mi calentura, el calor de mis erecciones que se agudizan conforme las muchachas se contonean a mi lado, con toda la baja intención de seducir a mi pito, que según dicen los refranes del mal hablar: “Más vale pájaro en mano y gozar como un enano”, o aquella legendaria oración que me remite a alburearme a cualquier mujer que se detenga ante mi mirada penetrante: “Te lo mamo en tu mes”. Es lindo estar y saber recibir las críticas ambiguas de esta bebida de los Dioses. Pulque mió ven a mí.

De lleno y seco.
Pues es muy cierto cuando se dice que la vida esta en la orilla de la credibilidad cada vez que el antojo se lleva de lleno y de un solo golpe todo aquello que nos daña y que tal vez -solo es mera suposición- nos pueda hacer más fuertes.
La sutiliza con que se atraviesa un sendero amorfo, es la cualidad indispensable para dejar de martirizar al corazón con escuetos suspiros de bajos instintos, los cuales tan solo se van conformando como sombras de la utilidad, de lo real, de esta innecesaria capacidad de ser uno más que se caga en su miedo.

Llorar por las noches esos temores que solo dejan que uno se vaya consumiendo a sí mismo, se vaya haciendo trisitas para quedar como un simple mojón fresco, esperando ser de nueva cuenta él que se construye día con día, trazo a trazo, línea a línea, para retomar energías de una vitalidad que se evaporó en cada suspiro, una nueva esencia, más lógica y más llena de huevos.
Mi corazón esta en un cambio constante, en un palpitar se erige a lo más alto posible, y con un sencillo escupitajo se puede venir al suelo, a la parte más baja de la atrocidad, donde la decadencia lo arropa para que se sostenga en el dolor infinito de no tener esa suave boca para succionarla, besarla y cogerla en toda la extensión de la palabra.



La burla no perdona a los maricones, la sensibilidad se vuelve pureza insana, vomito de un sentimiento arrabalero, que al decir: “basta”, se come a mordidas la fugaz huída de tu abrazo fuerte, de tu cerveza mal bebida, de mi jotería padroteada por una puta callejera, por un asco enorme que no permite el libre albedrío de nuestros cuerpos. Desnudos al amanecer de este caos pestilente a orín de vaca muerta.

Ya deje la hierba, ya no estoy fumando tu aroma, ya no se que es lo mejor que le puede suceder a este enamorado de tus pechos, de tus fuentes que brotan entre tu escueto escote, que a simple vista deja vislumbrar unos lindos pezones rosas, con su aro oscuro que es el blanco perfecto de mis labios, de tus piernas endulzadas de miel de cielo, tus rodillas duritas de tanto ajetreo mal llevado por tu persona, de tus besos y abrazos que solo llegan con otro que se anima a recibirlos, de tu muñeca delgada, triste y esperando mis dedos largos, para que en un suspiro tan solo respires mi andar desesperado, que balbucees frases pendejas como: “Estoy borracha”. Que me invites a dejar de ser uno y una y seamos mucho más que dos, una unidad sólida y maldita, beligerante y transgresora del pecado capital, que en tu sedoso cabello recrees las sandeces más creíbles, con una sinceridad extraña de una puta, de una puta mariconería que no me permite decirte algo, hacerte más de lo que jamás haya realizado mi pene, que penetre tu silueta en solo dos pasos, uno suave y directo y uno tupido y seco, que el caos sea nuestra alegría, que nos riamos de nosotros dos.